jueves, 28 de abril de 2011

LLAMADA DE ATENCIÓN


A LOS PADRES NOS OBLIGA

Artículo de Opinión del periodista Martín Enrique Acosta Pacheco, publicado ayer miércoles 27 de Abril de 2011 en la Página Editorial de la Edición Campeche del Diario de Yucatán.

Hace unos días acudí con mi familia a una fiesta de XV años y lo que al principio fue para nosotros un momento de alegría terminó en una frustrante experiencia que deseo compartir con los lectores, no para hacer menos pesada esa situación, sino para alertar sobre ella.

La mesa doble que los padres de la festejada nos asignaron la compartimos con cuatro jóvenes de no más de 16 años. Dos de ellos estaban vestidos "decentemente", los otros dos con los atuendos que los adolescentes acostumbrar llevar para estar a la moda.

Hasta ahí todo muy bien; la botana de bienvenida a base de paté y galletas saladas, rodajas de salchichas con mayonesa y otro menjurje que le dieron un sabor muy especial, ¡ah!, y los respectivos refrescos. Tras la presentación de la quinceañera y el tradicional vals, vino el brindis. Todo seguía bien.

Más tarde, uno de los meseros se acercó con una charola repleta de cervezas, me ofreció tres para los adultos que estábamos sentados y un refresco para mi hijo, que al igual que el resto de los jóvenes con quienes compartíamos la mesa estudia su educación secundaria. Todo bien.

Cuando el mesero se retiraba, uno de los chicos lo llamó y le pidió cuatro cervezas, el camarero los vio, les preguntó su edad y les respondió tajantemente que lo único que podía darles eran refrescos, la cantidad que desearan, pero alcohol no, pues eran menores de edad. Dicho esto, se retiró.

Los chicos llamaron a otro mesero, que en contraparte con el anterior, sin el mínimo escrúpulo les sirvió una "tanda" de cervezas, pero les pidió que la echaran en los vasitos desechables para que no se dieran cuenta. A cambio, uno de los adolescentes le entregó sin ninguna discreción un billete de $20 y otras monedas.

A esa primera "ronda" siguieron al menos cuatro más. No aguanté y en su oportunidad encaré al mesero, quien me dijo que ya no les serviría más pero que si lo había hecho es porque ellos les pidieron las cervezas. Le advertí que él y la agencia para la que trabaja estarían en serios problemas porque eso de alguna manera es un delito tipificado como corrupción de menores.

Más allá de la reclamación, incluso de alguna denuncia, esto me hizo reflexionar sobre el papel que los padres debemos seguir. Esto me sirvió para hablar con mi hijo y explicarle los riesgos que el consumo del alcohol trae consigo, de las consecuencias de la confianza que no se debe perder.

Desafortunadamente la autoridad no puede irrumpir en una fiesta privada para vigilar que personas sin escrúpulos sirvan bebidas embriagantes a los menores de edad. De ahí la importancia de la orientación de los padres, de la comunicación con los hijos. En verdad, para mí fue indignante ver a dos de esos cuatro adolescentes trastabillar debido a los efectos del alcohol.

Las estadísticas del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA) indican que en Campeche hay niños de nueve años con problemas de adicción, mientras que el 3% de las mujeres padecen de algún tipo de adicción ligada al alcohol, cuando la media nacional es de 1.2%.

Es urgente hacer algo. Las autoridades hacen lo que pueden, pero somos los padres los que tenemos la máxima responsabilidad, pues al fin y al cabo son nuestros hijos y "¿quién se muerde un dedo sin que le duela?". Al tiempo.
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